EL TRASTORNO
OBSESIVO-COMPULSIVO DE LA PERSONALIDAD
En
principio, no tiene nada que ver con el famoso trastorno
obsesivo-compulsivo o "TOC"; de hecho, para evitar confusiones, en la
otra clasificación de trastornos mentales que existe (la CIE-10, de la
Organización Mundial de la Salud) a este problema le llaman “trastorno
anancástico de la personalidad”. No obstante, sí es frecuente que en una
misma persona coincidan ambos trastornos, aunque no necesario, ni mucho
menos.
La
personalidad obsesivo-compulsiva o anancástica se distingue por su
extrema rigidez, por estar continuamente sometida a horarios,
planificaciones y normas no pudiendo salirse de las mismas y sintiéndose
muy mal si no se adapta a ellas. Por ejemplo, la rigidez puede llegar al
extremo de que si a las dos es la hora de comer y se está acabando una
tarea, la persona se encontrará en un conflicto brutal entre terminar
algo que ha empezado y comer a la hora correspondiente, sin poder tener
la flexibilidad de comer diez minutos más tarde. Este conflicto cursará
generalmente con miedo, sensación muy habitual en la persona con este
trastorno de la personalidad por su continua autoobservación y rigidez.
Asimismo,
también suele tratarse de gente muy seria, que está continuamente
haciendo cosas de trabajo u obligaciones. Es como si estuvieran siempre
en la fase de instrucción del ejército, con un mando continuamente
dándoles órdenes con el silbato en la boca. Piensan que no hay tiempo
para el esparcimiento o la distracción porque es signo de vaguería e
irresponsabilidad: siempre hay cosas que hacer y hay que llevarlas a
cabo meticulosamente, de una determinada manera. En esta meticulosidad
reflejan también la rigidez a la que nos estamos refiriendo, porque
quieren hacer las cosas de una manera tan perfecta (obedeciendo a su
miedo de trabajar mal o de no cumplir con las órdenes o con la propia
autoexigencia) que pueden tirarse horas para algo que cuesta minutos.
Por esta
autoexigencia, suele tratarse de personas con un elevado sentido de la
moral, de la pulcritud y de la disciplina, teniendo una gran conciencia
jerárquica. Siguiendo el ejemplo del ejército que hemos puesto antes,
tienen claro y bien presente que ellos están en un escalafón inferior al
de sus superiores, guardándoles el debido respeto, como mandan las
normas.
Toda esta
rigidez, exigencia y perfeccionismo se acompaña de un miedo intenso a no
adecuarse a los objetivos, a las normas o a instrucciones que pueden
haber recibido en la empresa, por ejemplo.
Este
trastorno de la personalidad no sólo coincide en ocasiones con el
trastorno obsesivo-compulsivo, sino que también lo hace con la anorexia
o con otros trastornos de la personalidad como el esquizotípico o el
evitador.
A continuación, reproducimos
literalmente los criterios diagnósticos de la clasificación DSM-IV-TR
sobre el trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad:
A. Un patrón general de preocupación por el orden, el
perfeccionismo y el control mental e interpersonal, a expensas de la
flexibilidad, la espontaneidad y la eficiencia, que empieza al principio
de la edad adulta y se presenta en una serie de contextos, tal como lo
indican cuatro (o más) de los siguientes síntomas:
(1)
preocupación por los detalles, las normas, las listas, el orden,
la organización o los horarios hasta el punto de perder de vista el
objetivo principal de la actividad
(2)
un perfeccionismo que interfiere con la finalización de la tarea
(3)
dedicación excesiva al trabajo y a la productividad con exclusión
de las actividades de ocio y de las amistades (no atribuible a una
necesidad económica obvia)
(4)
es reacio a delegar tareas o a trabajar con otros, a menos que se
sometan exactamente a su forma de hacer las cosas
(5)
muestra rigidez y obstinación
(6)
inflexibilidad sobre temas de moral, ética o valores
(7)
incapacidad para deshacerse de objetos gastados o inútiles
incluso aunque no tengan un valor sentimental
(8)
adopción de un estilo avaro en los gastos para sí mismo y para
los demás
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