EL TRASTORNO
DE LA PERSONALIDAD POR NECESIDADES EMOCIONALES
Este
trastorno no figura en ninguna clasificación de trastornos mentales y
debería diagnosticarse como “trastorno de la personalidad no
especificado”, categoría residual reservada para problemas que se pueden
considerar como trastornos de la personalidad pero que no están
recogidos de manera específica en los manuales. Desde mi punto de vista,
como ya he explicado en otro libro, la dependencia emocional (llamada
por mí “trastorno de la personalidad por necesidades emocionales”) es un
trastorno de la personalidad porque reúne todos los requisitos para
ello.
Resumidamente, la dependencia emocional es la necesidad afectiva
descomunal que una persona siente hacia otra en sus diferentes
relaciones de pareja. Así como la dependencia del “trastorno de la
personalidad por dependencia” era de tipo práctico o instrumental, para
desenvolverse en la vida, en la patología que ahora nos ocupa la
necesidad es puramente afectiva, es decir, por un amor mal entendido en
forma de obsesión.
Las
personas con trastorno de la personalidad por necesidades emocionales
acostumbran a tener una relación de pareja tras otra –con algún periodo
en soledad, porque no siempre resulta tan fácil saltar de una relación a
otra-, suponiendo que exista ruptura, algo que, generalmente, estará
propiciado por el compañero o compañera del dependiente. Se enganchan de
tal manera al otro que por muy mal que éste se porte, permanecerán en la
relación llevados por su miedo a la ruptura y a la soledad.
Lo malo es
que el perfil que les gusta como pareja es el de personas engreídas,
narcisistas y presuntuosas a las que puedan idealizar, o el de personas
conflictivas, con problemas y centradas en sí mismas a las que idealizan
de la misma manera que “salvan” de sus calamidades, sin darse cuenta –o
sí- de que están profundamente enganchados a estas personas.
En caso de
ruptura, como hemos dicho, saltan a otra relación lo más rápido que
pueden, pasando la nueva pareja a ser la persona importante, mientras
que la anterior ocupa el papel de “rey destronado”. Los dependientes
emocionales hacen girar su vida en torno a otra persona, en medio de
relaciones profundamente desequilibradas en las que asumen el papel
subordinado, de satélite que gira alrededor de su compañero o compañera.
Obedecen
de muchas maneras a sus miedos, que son, como hemos dicho, a la ruptura
y a la soledad. Para evitar la ruptura hacen lo que sea, incluso aceptar
infidelidades o malos tratos, por ejemplo. Para evitar la soledad buscan
otra pareja o llaman continuamente a amigos u otras personas con
cualquier pretexto.
El
desánimo ocupa también un lugar predominante en la vida de las personas
aquejadas de trastorno de la personalidad por necesidades emocionales;
de hecho, dichas necesidades indican un serio déficit de autoestima, una
mala relación de esas personas consigo mismas que abona el terreno del
desánimo y de la compensación del sufrimiento que supone el enganche a
las parejas y su idealización correspondiente.
Este
desánimo adquiere una dimensión de enormes proporciones en caso de que
se produzca una ruptura, apareciendo el temido “síndrome de
abstinencia”, similar al que surge en el caso de las adicciones a
sustancias en cuanto a destructividad, sufrimiento, ansiedad, obsesiones
continuas con retomar la relación, pensamientos constantes sobre la otra
persona, llamadas y requerimientos a la misma para recuperarla, etc. En
estas situaciones, el dependiente acepta de todo, incluso ser segundo
plato, para tener unas migajas de contacto con su ex pareja,
estableciéndose configuraciones surrealistas como pasar de pareja
oficial a amante de su anterior relación, que a su vez tiene otra
persona como compañero o compañera oficial. Obedeciendo a sus miedos y a
su desánimo, estas personas son capaces de perder su dignidad sin
demasiado rubor, guiadas únicamente por su obsesión. En definitiva,
reflejan con nitidez en estos y en otros casos la mala relación que
mantienen consigo mismas.
Este trastorno de la personalidad no es
oficial y no cuenta con criterios diagnósticos en las clasificaciones;
no obstante, un servidor presentó en el año 2005 (en el libro
"Dependencia emocional: características y tratamiento") unos criterios
provisionales que pueden resultar de utilidad:
Una tendencia persistente a las relaciones de pareja caracterizadas
por el desequilibrio entre ambos miembros, la necesidad afectiva
claramente excesiva hacia la otra persona y el sometimiento
inapropiado hacia ella, que empieza al principio de la edad adulta y
se da en diversos contextos, como lo indican cinco (o más) de los
siguientes ítems:
1.
Búsqueda continua de relaciones de pareja, planteándose la
vida siempre al lado de alguien.
2.
Necesidad excesiva de la pareja, que deriva en contactos muy
frecuentes y a veces inapropiados (p. ej., llamadas telefónicas
continuas mientras la pareja está en una reunión de trabajo), y que
no se debe a dificultades cotidianas, toma de decisiones o asunción
de responsabilidades.
3.
Elección frecuente de parejas egoístas, presuntuosas y
hostiles, a las que se idealiza con sobrevaloraciones constantes de
sus cualidades o de su persona en general.
4.
Subordinación a la pareja como medio de congraciarse con
ella, que facilita el desequilibrio entre ambos miembros de la
relación.
5.
Prioridad de la relación de pareja sobre cualquier otra cosa,
que puede ocasionar una desatención prolongada de aspectos
importantes del sujeto como su familia, su trabajo o sus propias
necesidades.
6.
Miedo atroz a la ruptura de la pareja aunque la relación sea
desastrosa, con intentos frenéticos de reanudarla si finalmente se
rompe.
7.
Autoestima muy baja, con menosprecio de las cualidades
personales o minusvaloración global del sujeto como persona.
8.
Miedo e intolerancia a la soledad.
9.
Necesidad excesiva de agradar a las personas, con
preocupaciones continuas sobre la propia apariencia física o sobre
la impresión que ha generado en ellas.
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