EL TRASTORNO
ESQUIZOTÍPICO DE LA PERSONALIDAD
El trastorno esquizotípico de la personalidad es
un problema que cursa con notable sufrimiento
emocional. Se basa en tres grandes ejes:
-
Alejamiento interpersonal: las personas con este trastorno de la
personalidad se sienten muy aisladas, a medio camino entre su deseo
de desvincularse activamente de los demás y entre sus dificultades
de integración con ellos. Es decir, oscilan entre sus ganas de
sentirse como uno más y una fuerza opuesta que les obliga a
distanciarse de la gente. Esta fuerza promueve una serie de miedos
caracterizados por la desconfianza, en el sentido de que se tiene
una visión de la gente como hostil, rechazante u ofensiva; a medida
que este alejamiento de los demás es mayor, el miedo a las personas
se incrementa y esto produce un círculo vicioso difícil de detener.
Son bastante torpes socialmente y, por tanto, se muestran fríos o
avergonzados.
-
Distanciamiento de la realidad: no sólo el alejamiento de los demás
incrementa el miedo a la gente, sino que influye para que el
individuo se haga cada vez más peculiar, más diferente. Esto es
normal porque va tan “a la suya” e interactúa cada vez menos que
empieza a tener una visión muy propia de las cosas, que puede
desembocar –o no- en comportamientos algo excéntricos, lenguaje muy
personal, etc. Es como si estos individuos fueran viviendo en un
mundo paralelo al normal, teniendo ideas peculiares, paranormales o
fantasiosas. Asimismo, el distanciamiento de la realidad también
supone una distorsión de la misma. Así, en caso de que existan
miedos a los demás o de cualquier otro tipo, o problemas de
autoestima, la visión de uno mismo, de los otros y de la vida
también se tuerce para hacerla coincidir con estos sentimientos.
-
Sufrimiento emocional: estar tan alejado de los demás no va
afectivamente a saco roto, sobre todo porque la persona no está del
todo desvinculada emocionalmente de ellos; es decir, sufre por no
ser querida y por no sentirse una más, aunque por otra parte intente
ya no padecer por ello. Este sufrimiento emocional se traduce en una
mala relación del esquizotípico consigo mismo, de manera que se ve
inferior y malo, abonando así el terreno para el miedo y para el
desánimo. La percepción de vulnerabilidad y de ser poca cosa, aparte
de sentirse el esquizotípico “solo ante el peligro” produce que los
problemas emocionales campen a sus anchas.
A continuación, reproducimos
literalmente los criterios diagnósticos de la clasificación DSM-IV-TR
sobre el trastorno esquizotípico de la personalidad:
A.
Un patrón general de déficit sociales e interpersonales asociados
a malestar agudo y una capacidad reducida para las relaciones
personales, así como distorsiones cognoscitivas o percepivas y
excentricidades del comportamiento, que comienzan al principio de la
edad adulta y se dan en diversos contextos, como lo indican cinco (o
más) de los siguientes puntos:
(1)
ideas de referencia (excluidas las ideas delirantes de
referencia)
(2)
creencias raras o pensamiento mágico que influye en el
comportamiento y no es consistente con las normas subculturales (p. ej.,
superstición, creer en la clarividencia, telepatía o “sexto sentido”; en
niños y adolescentes, fantasías o preocupaciones extrañas)
(3)
experiencias perceptivas inhabituales, incluidas las ilusiones
corporales
(4)
pensamiento y lenguaje raros (p. ej., vago, circunstancial,
metafórico, sobreelaborado o estereotipado)
(5)
suspicacia o ideación paranoide
(6)
afectividad inapropiada o restringida
(7)
comportamiento o apariencia rara, excéntrica o peculiar
(8)
falta de amigos íntimos o desconfianza aparte de los familiares
de primer grado
(9)
ansiedad social excesiva que no disminuye con la familiarización
y que tiende a asociarse con los temores paranoides más que con juicios
negativos sobre uno mismo
B.
Estas características no aparecen exclusivamente en el transcurso
de una esquizofrenia, un trastorno del estado de ánimo con síntomas
psicóticos u otro trastorno psicótico o de un trastorno generalizado del
desarrollo.
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