CONSEJOS
PARA FAMILIARES
En muchas
ocasiones, son los familiares o personas
allegadas las que buscan en internet información
sobre el comportamiento desconcertante de sus
seres queridos, a veces con alguna idea y en
otras ocasiones empezando desde cero. Este
sentimiento de desconcierto es mucho mayor
cuando el interesado ha acudido ya a algún
profesional no especializado en trastornos de
la personalidad, y se ha iniciado un proceso de
peregrinación por el que se acude a numerosos
psicólogos y psiquiatras sin que atinen a dar en
el clavo del diagnóstico y del tratamiento. A
veces, los pacientes acuden al profesional
especializado ya totalmente "quemados" y con
poca confianza en psicólogos y psiquiatras, algo
que dificulta bastante las terapias pero que
puede combatirse mostrando conocimiento del
problema y un entendimiento adecuado de la
persona, algo que no suele suceder en
profesionales no especializados en trastornos de
la personalidad.
El
mejor consejo que se puede dar a los familiares es que recomienden a su
ser querido que se ponga en manos de un profesional especializado en
trastornos de la personalidad, porque es el que sabrá comprenderle y
manejar las muchas veces complicadas situaciones que se plantean en las
terapias. Pero, al final, será el interesado el que deberá decidir si se
pone en tratamiento o no, lo que nunca se debe hacer es forzar la
situación porque, aparte de ser inútil (el paciente viene sin
ninguna motivación y la mejora, por tanto, es imposible) sólo provocará
que el individuo se encabezone y afiance su postura de no querer recibir
tratamiento.
Por
lo demás, según el tipo de problema procederán unas recomendaciones u
otras. En líneas generales, se puede decir que lo mejor es que los
familiares o allegados no intenten hacer de terapeutas y dejen este
trabajo a los profesionales. A veces, no hay nada peor que tener siempre
los problemas en las conversaciones, produciendo una sensación de
continua negatividad que no ayuda en nada. Merece la pena hablar de
banalidades o de cualquier cosa antes de dar vueltas una y otra vez al
"¿por qué has hecho esto?", "¿no piensas que si te matricularas en esta
carrera te iría todo mejor?", etc. No sólo dar infinidad de vueltas a
los problemas no sirve de nada, sino que además la gente se "quema" y
puede incluso tener rencor hacia el paciente porque no sigue los
consejos oportunos. Lo primero que hay que hacer con estas personas es
intentar arrimarles hacia la normalidad, tener comportamientos naturales
y no considerar que están apestados o que "son así".
En
caso de que se trate de individuos con tendencias agresivas, no hay por
qué aguantar con resignación su hostilidad. Sí se debe intentar evitar
responder igualmente con agresividad porque entonces estamos
favoreciendo la creación de un círculo vicioso, pero esto no significa
que haya que encogerse de hombros. Se puede responder con firmeza sin
necesidad de perder los papeles. Esto es importante porque es
relativamente fácil mantener relaciones desequilibradas con estos
individuos, bien de sumisión, bien de miedo, etc. Estas pautas no sólo
no mejoran el trastorno de personalidad de estos sujetos, sino que
perjudica enormemente a los individuos que las llevan a cabo porque
terminan requiriendo ayuda profesional y pasando un auténtico calvario.
No es normal, por ejemplo, medir continuamente las palabras o las
conductas para no "molestar", o hacer la vista gorda a cosas que claman
al cielo. Con estas actitudes no se ayuda adecuadamente y, además, el
familiar o allegado se olvida de que él también es importante y que no
tiene por qué seguir la misma dinámica perjudicial o autodestructiva que
su ser querido.
En
las patologías de la personalidad en las que exista un alto componente
de miedo, inhibición o baja autoestima es muy importante dar confianza a
estas personas, es decir, no seguir su tendencia a la minusvaloración
considerándoles poco capacitados o poco independientes. Por mucho que
nos lo soliciten, tendremos que evitar solucionarles continuamente la
vida porque, lejos de hacerles un favor, estamos incidiendo más en su
problemática.
En
cualquier caso, lo más adecuado es solicitar consejo al profesional para
que asesore en cuanto a la mejor manera de tratar al ser querido. Esto
suele producir un gran alivio en familiares y allegados porque no se
sienten tan solos o desconcertados.
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